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Cuando el egoísmo no limite tu capacidad de amar...
• Cuando confíes en ti mismo aunque todos duden de ti, y dejes de preocuparte por el qué dirán...
• Cuando tus acciones sean tan concisas en duración como en resultados.
• Cuando puedas renunciar a la rutina sin que ello altere el metabolismo de tu vida.
• Cuando sepas distinguir la sonrisa de la burla, y prefieras la eterna lucha que la compra de la falsa victoria.
• Cuando el ser espontáneo te libere del método.
• Cuando actúes por convicción y no por adulación.
• Cuando puedas ser pobre sin perder tu riqueza y rico sin perder tu humildad.
• Cuando sepas perdonar tan fácilmente corno ahora te disculpas.
• Cuando puedas caminar junto al pobre sin olvidar que es un hombre y junto al rico sin pensar que es un Dios.
• Cuando sepas enfrentarte a tus errores tan fácil y positivamente como a tus aciertos.
• Cuando halles satisfacción compartiendo tu riqueza.
• Cuando sepas manejar tu libertad para pensar, hablar, leer, escribir y hasta escuchar sin caer en excesos.
• Cuando ya no debas sufrir para conocer la felicidad y no seas ya capaz. de cambiar tus sentimientos o tus metas por el placer.
• Cuando no trates de hallar respuestas en las cosas que te rodean, sino en tu propia persona.
• Cuando aceptes los errores y no pierdas la calma.
• Entonces, y sólo entonces; serás un ¡triunfador!
• Cuando confíes en ti mismo aunque todos duden de ti, y dejes de preocuparte por el qué dirán...
• Cuando tus acciones sean tan concisas en duración como en resultados.
• Cuando puedas renunciar a la rutina sin que ello altere el metabolismo de tu vida.
• Cuando sepas distinguir la sonrisa de la burla, y prefieras la eterna lucha que la compra de la falsa victoria.
• Cuando el ser espontáneo te libere del método.
• Cuando actúes por convicción y no por adulación.
• Cuando puedas ser pobre sin perder tu riqueza y rico sin perder tu humildad.
• Cuando sepas perdonar tan fácilmente corno ahora te disculpas.
• Cuando puedas caminar junto al pobre sin olvidar que es un hombre y junto al rico sin pensar que es un Dios.
• Cuando sepas enfrentarte a tus errores tan fácil y positivamente como a tus aciertos.
• Cuando halles satisfacción compartiendo tu riqueza.
• Cuando sepas manejar tu libertad para pensar, hablar, leer, escribir y hasta escuchar sin caer en excesos.
• Cuando ya no debas sufrir para conocer la felicidad y no seas ya capaz. de cambiar tus sentimientos o tus metas por el placer.
• Cuando no trates de hallar respuestas en las cosas que te rodean, sino en tu propia persona.
• Cuando aceptes los errores y no pierdas la calma.
• Entonces, y sólo entonces; serás un ¡triunfador!
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